¡Hola!

Desde bien pequeña siempre me gustó hacer cosas con las manos.  Y mi yaya fue mi maestra.  Me intentaba enseñar todo lo que yo le pedía: ganchillo, punto, pintar figuritas, trabajar el estaño, vainica, pintar al óleo, …. todo aquello que yo le veía hacer a ella.   También intenté coser, tanto a mano como a máquina, pero como me resultó difícil, me frustré y lo dejé.

Hasta que a mis 30 y pico, y con una necesidad cada vez mayor de hacer y crear algo con las manos, le pedí a mi yaya que me diera alguna noción muy básica de patchwork (ella estaba a tope con eso en ese momento). Y así empecé.  Enseguida me dí cuenta de que coser me relajaba muchísimo, que me hacía sentir bien y además me divertía.  A veces tenía que dejar de coser durante largas temporadas por falta de tiempo pero en cuanto podía, volvía.  
 

Hace 3 años, la vida me regaló el tiempo que necesitaba y decidí estudiar corte y confección.  Me compré mi primera máquina de coser, comencé a ver tutoriales en youtube y a ponerlos en práctica y, de repente, me vi feliz, aprendiendo, disfrutando, creando cosas, ¡con mis propias manos!. Laboralmente llegó el momento de decidir si me enganchaba al trabajo que llevaba haciendo más de 25 años o si me lanzaba a seguir en este mundo de telas y colores.  Y ya ves lo que decidí.

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Quiero darme la oportunidad de seguir cosiendo, de seguir aprendiendo, de seguir disfrutando. De poder ofrecer a la gente algo hecho con cariño, con cuidado, con mimo.  Cosas prácticas y útiles, además de bonitas.

Me gusta sentir que a través de la costura conecto con mi familia, especialmente con mis abuelos.
 

Me gusta pensar que cuando una persona se lleva alguno de mis productos, de alguna manera, también estamos conectados y les estoy entregando una parte de mí.
 

Por cierto, mi apellido materno es Mera.​